15 de diciembre de 2011

Se armó el Belén I: San José

Presento una serie navideña para hacer un recorrido breve sobre los personajes que tendemos a meter en el Belén y explicar cómo llegaron hasta allí y por qué salen como salen. Sin perder más tiempo, nos vamos con nuestro protagonista de hoy: ¡San José!


San José. Este pobre hombre, Padre Putativo del niño Jesús (las siglas de semejante epíteto, "P.P", llevaron al famoso apocopamiento del nombre dando lugar al "Pepe" con el que se conoce a los Josés), tiene una historia cuando menos curiosa.

En cierto momento se convocó en el Templo de Jerusalén un casting para buscarle marido a María, que estaba ya en edad de merecer y no era cuestión de que le pillase la menarquía en suelo sagrado (en otro capítulo veremos qué hacía esta pobre criatura viviendo en el templo). José, viudo y con hijos, acudió a regañadientes porque era muy bien mandado, pero no le hizo ni puñetera gracia.

Una vez allí, se planteó la cuestión de cómo elegir al más adecuado de los pretendientes. La gente de la Biblia, que tiene unas soluciones creativas para todo que ya quisiéramos nosotros para salir de la crisis, pensó que lo mejor era repartir palitos a los concursantes, rezar y ver qué palito florecía. Un sistema efectivo.


¿Estaría entre estas varas la de Eladio, el Tío la Vara?

Ni que decir tiene que la vara que floreció fue la de José. El pobre, ya talludito, se resignó y se casó con María, quien al poco le vino a contar que estaba embarazada, y eso que él no le había puesto un dedo encima. Como el hombre tenía buen conformar y vino un ángel a confirmar la versión de María, se hizo cargo de la situación y decidió criar al churumbel, porque total le había florecido la vara y no le quedaba otra.

Tras el nacimiento, que es a lo que vamos con esta serie, al pobre hombre lo representan normalmente ahí sentado un poco "forever alone" sin participar en la escena pero haciendo acto de presencia de tal forma que quede claro que no pinta nada.


Giotto lo saca echándose la siesta



En el rollo bizantino nos lo encontramos con cara de "¿Puedo jugar?"




Para los finales del Renacimiento y ya en el Barroco (mirad qué Murillo tan blandito tengo para enseñaros) ya lo sacan un poco del ostracismo y le dejan participar un poco más.

En el próximo capítulo, María.

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